Verdaderamente no sé por qué me sorprendo, porque me ocurre cada vez que asisto a un curso del INAP. Debe ser que hacía tiempo que no tenía el gusto de asistir a estos cursos y había borrado de mi memoria el dato, con lo que tenía intacta la capacidad para sorprenderme (lo cual hace más divertida la vida aunque me deje en mal lugar mi capacidad).
En la actualidad estoy asistiendo (lo de cursando podría decirlo si le dedicara mayor tiempo) al Curso Superior en Gestión de la Innovación de las Tecnologías de la Información y las comunicaciones. Somos alrededor de 40 alumnos, venidos de todas, o casi todas, las administraciones públicas con las que el INAP tiene relación (administración local, diputaciones, administración general del estado -servicios centrales y periféricos-, ..). El perfil profesional de los asistentes también es variado, centrado en gestores TIC, pero también en usuarios TIC, ocupando niveles 28 o superiores. Es decir, creo que es una muestra muy representativa del trabajador medio-alto del sector público español.
Pues bien, el hecho que me sorprende, y siempre sucede lo mismo en cursos de similares características en cuanto al perfil del 'público' asistente, es que todos estamos de acuerdo en un 90% de los males que asolan a las Administraciones Públicas (y dejo un 10% para cuestiones de detalle sin mucha importancia ni en el diagnóstico ni en la solución).
Casi siempre centramos nuestras críticas en la forma de dirigir las administraciones públicas por parte de los altos cargos políticos: desconocimiento de la administración y sus procedimientos, peticiones extemporáneas, ninguneo a profesionales con dilatada experiencia, tendencia a ocupar puestos claves con personal de confianza ajeno a la administración, intentos de rentabilizar políticamente cualquier nueva iniciativa, tendencia a comenzar proyectos sin más sentido que el rédito electoral inmediato, ....Bueno, no pretendo aquí hacer un tratado de desgracias, ya que seguramente tendría que pasar a desgranar como solucionarlas, tema que seguro que excede mis conocimientos.
Otra cuestión en la que se suele estar de acuerdo es en la defensa de lo público: tanto en el valor que ofrecemos a la sociedad (servicios de calidad, profesionales de alta calidad, ...) como en la aportación de conceptos como independencia y continuidad, conceptos que los altos cargos políticos carecen por su propia naturaleza (se deben al partido y son efímeros en su puesto). Estas conversaciones/disertaciones se suceden tanto durante la impartación de la materia lectiva como en los descansos, y es frecuente que los profesores -algunos funcionarios y otros no, pero estos últimos con una larga trayectoria de contacto con las administraciones públicas-, compartan y alienten estos posicionamientos.
Lo que me sorprende son dos cuestiones. Primero que gente tan diversa estemos de acuerdo en los síntomas y en el concepto de lo que deben ser las administraciones públicas, y muchas veces en qué deberíamos hacer para solucionar los problemas. Segundo, que en el INAP (que es el centro de formación oficial del personal de las administraciones públicas) se de cabida a tales mensajes.
Empezando por el primer caso. ¿Cómo es que gente tan diversa esté de acuerdo? Estoy seguro que cada uno de los que formamos estos grupos tenemos nuestras propias tendencias políticas, inclinándonos por ciertos partidos políticos (o alejándonos de todos ellos) que son los que más acercan su oferta a nuestras demandas. Cada uno de estos partidos tiene una concepción de lo que son, de la utilidad y de las transformaciones que tienen que llevarse a cabo dentro de las Administraciones Públicas. Muchas de las veces, si no siempre, podemos comprobar la falta de sintonía entre los contenidos de los programas electorales como en las políticas reales llevadas a cabo. ¿Cómo es que sin embargo, nosotros, los funcionarios que asistimos a estos cursos del INAP, coincidimos en el concepto de lo que deben ser las Administraciones Públicas -algo fundamental en la estructuración de una sociedad- y sin embargo, tenemos inclinaciones políticas tan distintas?, ¿es que son comentarios de café?, ¿es que no profundizamos?, ¿es que consideramos que lo que piensen los partidos políticos respecto de las AAPP es algo accesorio respecto del resto de su oferta electoral?
En el segundo caso. En la mayoría de las ocasiones se trata de cursos a personal directivo o predirectivo. ¿Cómo es que desde el INAP se permite de forma continuada el que se impartan cursos donde está meridianamente claro que tarde o temprano saldrán estas discusiones?, ¿fomenta de alguna manera el INAP este pensamiento crítico?, ¿cómo es que es permitido desde las altas esferas tal ejercicio de crítica hacia ellas?, ¿para qué permite el INAP el realizar tales ejercicios intelectuales que al fin y al cabo generan una corriente de opinión crítica hacia el actual estado de las AAPP si luego esas conclusiones nunca son llevadas a término?, ¿nos deja de forma deliberada perder el tiempo?
Y por otro lado, si se trata de personal directivo y predirectivo, muchos de ellos con contacto directo con los cargos políticos, estoy seguro que muchos de los que han sido mis compañeros llegarán a ocupar puestos de responsabilidad. Incluso que muchos de los que ahora están ocupando esos puestos, pasaron por el INAP y también mantuvieron posicionamientos parecidos a los anteriormente descritos. ¿En qué momento se traicionan los ideales de funcionario y se convierte uno el alto cargo al que ahora denostamos?, ¿cuando olvida que es miembro de una AAPP con un sentido de defensa de lo público?, ¿es que la realidad es imposible de cambiar y lo mejor es adaptarse?
Quizá sea que en la cercanía, en el tú a tú, en lo micro, todos pensamos casi de la misma forma, no solo de las AAPP, si no de la vida en general. Sin embargo, cuando hay que ponerlo en práctica, ser coherente con lo que uno piensa, asumir ciertas responsabilidades por los actos que toma, mantener la dignidad, subir a lo macro, entonces ya es más fácil desentenderse de uno mismo. O viceversa, quizá en lo macro, en las generalidades estemos todos de acuerdo y es en lo micro cuando se presenta el diablo con los detalles.
De todas formas, agradezco esas catarsis colectivas entre funcionarios, aunque reconozca en mi fuero interno que si en algún momento tuviéramos que jugarnos algo cierto por la mejora de lo público estaría, seguramente, solo.
Muy bueno y acertado reflejo de lo que sucede en esos foros.
ResponderEliminarDicho esto, como las teorías de organización no son ciencias supongo que compartiendo la evaluación de los síntomas se puede disentir en las causas y/o en los remedios...
Y, por otro lado, tal vez el motivo de permitir (¿fomentar incluso?) este fenómeno sea doble, proporcionar cauce de salida "inofensivo" al descontento y dar ocasión a que algún día, alguien... recuerde esas charlas y haga algo... :-)