martes, 21 de enero de 2014

La carrera profesional de un funcionario (TIC): el síndrome Karembeau

(Actualizada 24-enero-2014 con dos comentarios al final del post)

La semana pasada compartí una charla (y espero no reventar la exclusiva) con esos tres intrépidos compañeros de cuerpo que se han lanzado a hacer una radiografía de nuestro sector a través de lo que se conoce como podcast (y que les hemos premiado por ello)  Ni que decir tiene que intentaré vencer a mis propias tentaciones ególatras y no enlazaré en este blog la conversación grabada. 


Por varias razones. La principal es porque, aún antes de oír el resultado, haciendo un resumen mental de lo que fui capaz de balbucear, creo que me dejé muchas cosas de interés en el tintero. Es lo que tiene cuando te enfrentas a una entrevista donde el trabajo previo a la misma se ha centrado únicamente en referir ciertos temas de tu día a día profesional, y cuando el entrevistado no está muy acostumbrado a este tipo de formato, donde los reflejos y la reflexión previa sobre cualquiera de los temas que te pregunten es requisito indispensable para articular un discurso coherente e interesante. Dejemos mis miserias verbales y centremos el tema.


Una de las cuestiones que me preguntaron es como veía la carrera profesional de los TIC (se entiende que dentro de las AAPP). El resumen de mi intervención en este sentido es lo que yo llamo síndrome Karemeau, aquel jugador francés que militaba en la Sampdoria y por el que Real Madrid y el FC Barcelona establecieron una de sus ya clásicas y absurdas -en este caso concreto- guerras para Dpoder ficharle. de tal forma que parecía que era el nuevo Di Stéfano, o quizá más. Una vez recaló en el Real Madrid, este futbolista más bien mediocre (a mi entender), fue capaz de ganar, entre otras cosas, una Liga de Campeones y un Mundial. Estuvo en el sitio adecuado en el momento justo. Lo que yo llamó, el síndrome Karembeau.  



Pues bien, los funcionarios TIC estamos sujetos al síndrome Karembeau en lo que nuestra carrera profesional se refiere. De hecho, la entrevista que me hacen no creo que se deba a mis grandes logros profesionales (comparado con los anteriores entrevistados y seguramente posteriores, palidecer de vergüenza es poco), ni por mis agudas observaciones en este blog o en el twitter. Seguramente se deba a que mi actual destino profesional es un tanto extraño, eso del juego online, por lo que si me permitís una salida de tono, soy como la mujer barbuda del podcast, el bicho raro que cuenta cosas extrañas a lo que uno está acostumbrado a escuchar.
Salir de un destino, a veces es como fugarse de un centro penitenciario

¿Y por qué ocupo mi actual destino? Pues sencillamente, porque conocía a la persona adecuada en el momento justo en que aparecía la oportunidad (y estaré eternamente agradecido). Seguramente, para ocupar el puesto se requería cierta capacitación, actitudes, presencia, ... Y seguramente, muchos otros compañeros del cuerpo tenían iguales o mejores méritos que los míos, pero ... también existe un nombre para ese síndrome: el síndrome George Kaplan.


Estuvo en el sitio justo en el momento inadecuado, y casi le cuesta la vida (aunque como Karembeau, acabó con la más guapa)
¿Y qué es lo que tenemos que hacer los TICs para no tener ninguno de estos dos síndromes? La pregunta sería, ¿qué tienen que hacer las Administraciones Públicas para conseguir que la ocupación de los destinos sea realizada a través de algo parecido al mérito y la capacidad? 

Miremos en otros sectores de las Administraciones Públicas. Vayamos al estamento militar, y aunque reconozco que seguramente también existirán sus politiqueos, sus chapucillas, sus ascensos por antiguedad, ... desde un análisis lego, podemos ver que poco afecta que te licencies como número uno en la Academia Militar para tener una carrera profesional ajustada a tus méritos. Cada cierto tiempo te cambian de destino. Supongo que al hacerlo, te valoran los éxitos o fracasos conseguidos y eso te abre o te cierra nuevas puertas. Existe una política de gestión de personal que dictamina, ya digo que seguramente con errores, pero al menos es algo, dónde vas a prestar servicio.

Desconozco si otros cuerpos tienen una política parecida (seguramente los diplomáticos o los técnicos comerciales también tendrán algo parecido), pero intuyo que otros cuerpos generalistas como abogados del estado o los técnicos administración civil, también caen en cualquiera de los dos síndromes mencionados. Creo firmemente que debería existir una política de recursos humanos que de forma objetiva y con ámbito general, distribuyera los puestos (con obligación de rotar cada cierto tiempo, que algunos tienen/tenemos la forma de la silla ajustada a nuestra sálvese la parte).

Como parece harto improbable conseguirlo para todos los cuerpos generalistas, en la famosa reforma de las Administraciones Públicas ni se menciona el asunto, deberemos ser un tanto corporativistas y aprovechando la sinrazón de que el  CIO de la AGE tiene el mandato de crear una "Agencia de Servicios Comunes TIC" (debería ser una Agencia de Servicios Comunes y no solo Servicios TIC y además, no debería ser una Agencia), deberíamos exigir la total dependencia de todos los miembros del cuerpo TIC de la famosa Agencia y de su Director, de forma que cualquier puesto a ser ocupado por un TIC dentro de la AGE y otros organismos asociados donde podemos prestar servicio (y hay que notar que no solo de TI viven los TIC, como es mi caso) pasase por el departamento de recursos humanos de dicha agencia, pudiendo esta establecer una carrera profesional digna de ese nombre, promoviendo la objetividad en la ocupación de destinos, preocupándose por la movilidad, fomentando la competencia transparente, .... E incluso así, con una política de personal justa, seguramente se lograría incrementar el prestigio del cuerpo y tener más posibilidades de ocupar ciertos puestos en la jerarquía de las AAPP que ahora nos parecen vetados.

Así que cuando escuchéis esa parte del podcast, recordar que no fuí capaz de articular este discurso, pero me hubiese gustado. Chicos, ¿repetimos experiencia?

Actualización: por petición popular, me gustaría añadir dos comentarios a esta entrada.

¿Será el preso o un maniquí?
El primero está relacionado con el símil empleado para describir cómo se siente uno cuando quiere abandonar su actual destino administrativo. Utilicé el cartel de la película "La fuga de Alcatraz", no solo por las dificultades que entraña salir de una prisión de alta seguridad rodeada de mar en la boca del océano atlántico. También porque el protagonista (la película está basada en hechos reales), construye un maniquí que le suplanta durante su intento nocturno de escapada. ¿A quién no le han dicho que para dejarle salir tiene que traer un sustituto?, ¿Y estamos seguros que con todas la necesidad de ir al nuevo destino, no somos capaces de recomendar al primer maniquí que encontremos? Total, cuando lo descubran, ya estaremos lejos, ¿verdad?
Por otro lado, me han llegado noticias sobre el desaliento que ha causado mi descripción sobre las perspectivas profesionales y la poca objetividad que existen en los ascensos. Ya sabéis, aquello del síndorme Karembeu o síndrome G. Kaplan. Recogiendo la argumentación de uno de los pie de fotos, decía que tampoco nos debíamos preocupar mucho, que en ambos casos el protagonista del síndrome acababa con la más guapa (o guapo, claro está). Se puede pensar que en el caso de los "informáticos" eso no sucede nunca, pero aquí dejo las correspondientes imágenes de cada una de las parejas para que vosotros mismos juzguéis que nuestras perspectivas amorosas están a la misma altura que las de los ejemplos utilizados.




















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