martes, 21 de marzo de 2023

¿Cuál debería ser el uso principal de ChatGPT en las administraciones públicas?




Antes de ingresar en la administración pública, mi relación con el mundo del desarrollo software se podía calificar de nula. Habiendo estudiado "teleco" y trabajado durante casi una década en proyectos relacionados con el despliegue de redes de telecomunicaciones, el desarrollo software, sus metodologías y técnicas me era algo muy, muy lejano. Era simplemente un analfabeto en lo que al desarrollo software se refiere.

Sin embargo, es por todos los compañeros TIC conocido que la administración nos obliga a ser hombres del renacimiento tecnológico, por lo que al poco tiempo tuve la oportunidad de participar (poco) en el diseño de la estrategia de desarrollo de sistemas de información del departamento ministerial donde estaba destinado. En ese proceso de escucha (ya se sabe que la administración internaliza el trámite y externaliza el conocimiento) las empresas con las que colaborábamos nos ilustraron: el lenguaje para los siguientes 20 años (se cumplirán en breve) era Java y las organizaciones debíamos empezar a pensar en incorporar ese lenguaje en nuestros sistemas de información.

He recordado aquellos tiempos ya tan lejanos leyendo las noticias sobre ChatGPT.  A pesar de que los caminos de la administración me han alejado de la tecnología, si es que alguna vez estuve cerca, me imagino ahora acudiendo a esas mismas reuniones,. En el caso de las empresas de turno no recomendaran usar ChatGPT para las relaciones con el ciudadano, concluiría que no era el mejor socio para acompañarnos. Y no se trata de sucumbir el hype como algunas administraciones públicas han hecho con el metaverso o el blockchain, donde la unión entre el político ávido de vender tecnología como bálsamo de Fierabrás que asegure su reelección por mor que no puede existir solución mejor que aplicar los nuevos inventos, departamentos de tecnología con más voluntarismo que visión real de como evolucionar la utilidad de sus servicios electrónicos y empresas que pretenden consolidar su base de clientes ofreciendo tecnologías emergentes como anzuelo de su excelencia, han y están sepultando no solo presupuesto público, sino la confianza ciudadana en relación al verdadero interés de las administraciones públicas para resolver sus problemas.

Por lo que hemos visto, ChatGPT va a revolucionar la forma en que utilizamos internet. O más concretamente, la forma en que utilizamos los buscadores como fuente de información. Así se pasará de realizar búsquedas y acudir a las páginas recomendadas (cada vez más promocionadas y menos producto de una búsqueda orgánica) a solicitar directamente que nos ofrezca la máxima graciana ("lo bueno si breve, dos veces bueno"): un texto sencillo, breve y al grano sobre la materia que estamos buscando. Desde como cocinar un plato, nuestra agenda diaria para las próximas vacaciones, una explicación sobre los efectos de la revolución industrial o la poda y cuidado de los bonsáis. ChatGPT realiza estas tareas a través de descargar todas las páginas de internet e interpretar aquellas que hacen referencia al tema en concreto. Imaginemos pues que los ciudadanos, en lugar de leer no ya el BOE, si no el tríptico o las instrucciones de cómo solicitar la ayuda para la dependencia, esa subvención para instalar paneles solares o el proceso de reserva de plaza en el colegio, hemos integrado ChatGPT con la biblioteca de información de nuestra administración y nos muestra un resumen de las cuestiones más relevantes a tener en cuenta a la hora de solicitar la ayuda (dejamos para otro día el vergonzoso asunto del acceso presencial a las administraciones públicas y la reventa de citas). Evidentemente no será un texto perfecto y puede que se olvide de algún detalle, pero, ¿quién se lee con toda atención las instrucciones de una convocatoria pública y además puede afirmar que no solo ha entendido todo, si no que no olvida nada? Es por todos conocido el pavor que tenemos todos cuando nos enfrentamos a las instrucciones para participar en una convocatoria pública y cuántos posibles interesados y seguro que adjudicatarios se quedan por el camino en una tendencia clara de cambio de rol de las administraciones públicas (si hasta la AEAT está virando de una unidad recaudadora a una entidad que proporciona ayudas, ¡qué será del resto!). Tanto se habla de brecha digital en el acceso y uso de los servicios públicos (luego trataré el uso) y, permítanme el trazo grueso, cuánta de ella se solucionaría mediante esta tecnología, aplicada a la versión web, a un acceso vía mensajería instantánea tipo whastapp, a accesos vía voz o como respuesta a un correo electrónico, por listar solo algunos de los posibles accesos.

Y una vez que sabemos la naturaleza de la ayuda, las posibilidades de acceder a ella según los datos de adjudicatarios pasados comparados con los míos, los principales documentos a facilitar a la administración (no me venga usted con eso de no volver a presentar un documento que está en posesión de la administración y que sean estas las que "interoperen". Ya sabemos que ni funciona en su totalidad, ni los ciudadanos confían y lo que es peor, no es el modelo adecuado: los datos del ciudadano en poder del ciudadano, en su majestuosa Carpeta Ciudadana -ironía más off que nunca-, desde la que se da permiso a consultar y puede que descargar a la administración de turno la documentación pertinente), el propio ChatGPT integrado con el backoffice te va solicitando la información en un proceso mucho más amigable y flexible que esos formularios donde seleccionar el código postal, rellenar el DNI o adjuntar el pdf de turno se vuelve una tarea digna de Sísifo. Y cuando quieras presentar el formulario, hayas acabado o no de adjuntar toda la documentación, independientemente de la recomendación de ChatGPT respecto de los datos que te faltan, que puedas hacerlo, ya que para eso existe el proceso de subsanación y un amigable funcionario te ayudará a resolver tus dudas y encontrar el resto de documentación necesaria. 

En todo caso, llevas razón, avezado lector, que no he tratado nada acerca del proceso de firma electrónica. Dejando a un lado que muchos trámites no necesitarían de ese proceso (cuando las solicitudes se presentaban en papel, ¿alguien cotejaba que la firma de la instancia coincidía con la del DNI del solicitante?, ¿va a presentar tu vecino la solicitud de beca de tu hijo por tí?), todavía ChatGPT no ha podido descubrir si al otro lado de la pantalla hay un humano o un perro. Por un tiempo tendremos que seguir usando los applets y demás tecnología poco amigable. Pero todo se andará.


Quedaría aquí insertar las conclusiones del post, pero ... entra en ChatGPT y pídele un resumen. Seguro que lo hace mejor que yo mismo.

¿Empezamos?



 

 




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