Complemento al título: una vez conseguido un Subsecretario, ahora queremos un Secretario de Estado.
Siguiendo con el análisis del valor de las TIC en las sociedades modernas, y como continuación a las consecuencias de considerarlas disruptivas en cualquier ámbito, me gustaría realizar algunas consideraciones sobre el valor político de las TIC.
De un tiempo a esta parte, la economía se ha hecho fuerte en las sociedades avanzadas, de forma que no hay gobierno que se precie de "moderno" que no tenga alguna vicepresidencia económica. Cualquier iniciativa llamada a ser relevante dentro del programa de gobierno, tiene que tener la autorización del responsable económico de tuno. Incluso en ocasiones, el correspondiente presidente no se fía mucho del responsable económico y tiene muy cerca lo que se ha venido a llamar la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, de forma que pueda tener una visión menos contaminada y más independiente.
Supongo que como, y siguiendo al clásico (sin mencionarlo, ya que escandalizaríamos a más de uno), la política no es más que economía concentrada, el ser más político de todos como lo es un presidente de gobierno, tiene que tener alguien de confianza que le enseñe (en algo más que en dos tardes) las verdades ocultas económicas, para después dedicarse a manejar la economía a través de la política.
En resumen, la economía y su comprensión, dirección y administración, es el principal instrumento que tienen las sociedades avanzadas para la transformación social. Existen pocas profesiones con tal capacidad. Quizá los arquitectos sean los únicos que en cierta forma pueden tener ciertas herramientas para la transformación social. Desde un punto de vista del "primer mundo", el diseño urbano, las viviendas, los "nolugares" (centros de negocios, centros comerciales, los grandes museos o infraestructuras de transporte -aeropuertos, metros, ..-, los espacios de esparcimiento urbano, ... es algo que a todos afecta, vincula y transforma nuestros usos sociales..
Pues bien, yo creo que las TIC están recortando posiciones en cuanto a capacidad de influencia en la sociedad moderna. No solo eso, creo que incluso ya van por delante de la economía. Ni que decir tiene que el impacto de las TIC se traduce así mismo, y en la mayoría de las veces, en un impacto económico. Sin embargo me atrevo a decir, que es tal la influencia de las TICs y su forma de desarrollarse, que muchas veces es imposible controlar desde un despacho administrativo su influencia económica.
En la economía tradicional, la planificación de la actividad económica era fundamental para conseguir el éxito de los distintos planes de gobierno (y así se contempla en el artículo 131 de nuestra Constitución: "El Estado, mediante ley, podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución."). Bajo este paradigma se legislaba, se incentivaban distintos sectores, se subvencionaban aquellos sectores incipientes o aquellos que por su trascendencia no podían "dejarse caer", se subían o bajaban impuestos, se liberalizaban sectores, se prohibían actividades, ... Incluso se manejaba la opinión pública mediante el control de la información y los instrumentos utilizados para su comunicación.
Sin embargo, el impacto de las TIC es algo que desborda a esa planificación económica tradicional. Por poner algunos ejemplos obvios: monedas virtuales, intercambio directo entre usuarios -ya sea de contenidos digitales protegidos por los derechos de autor (música, libros, planos para su impresión en 3D), o para alquilar espacios vacacionales-, crowdfunding, formación, colaboración social con todo tipo de objetivos (tecnológicos, movilización, información, ...). Todas esas iniciativas surgen de manera independiente y de forma incontrolada al poder legislativo y al ejecutivo y están conformando su propia realidad económica. Y a ellas les podíamos sumar aquellas que por el hecho de tener internet como canal de distribución, y basarse en un producto meramente digital, son de difícil control nacional (como por ejemplo el juego online) o a los retos relacionados con la privacidad y a la utilización de los datos que generamos en nuestra actividad diaria y que pueden ser utilizados de mil y una formas en lo que se llama la internet de las cosas.
Constatamos pues que las TICs han desbordado claramente el ámbito de actuación de la política tradicional. Están creando un mundo paralelo al que hace falta aproximarse de una forma más holística. Claro está, que en cada uno de los ejemplos anteriores, u cualquier otro que se nos ocurra, existe un departamento especialista. Pero, tal y como ha pasado con la economía, lo que vengo a reclamar es la existencia de una Oficina TIC del Presidente del Gobierno. Una oficina con visión global de la problemática, de las soluciones, de las nuevas puertas que abren las TICs. Una oficina que sea capaz de liderar, apoyar y/o promocionar el cambio TIC dentro de la sociedad, más allá de las competencias reales/actuales de cada departamento ministerial. Un catalizador que analice cada iniciativa legislativa bajo el paradigma TIC, que impulse la atención competencial de los correspondientes departamentos bajo la óptica TIC. Porque la visión económica se nos queda corta. Las TICs están haciendo avanzar a la sociedad mucho más rápido que lo que los gobiernos son capaces de prever, por lo que es necesario conocer esos avances, saber de las posibilidades, imaginar el futuro, ... con el único objetivo de conseguir una sociedad mejor, más cohesionada, más libre, más justa, ...
En algunas empresas ya se han dado cuenta de ello, y han puesto a las TIC en la posición estratégica para transformar el negocio de arriba a abajo (BBVA crea una división digital con poderes para transformar el banco). En la administración, estamos dando pasos inconexos que hacen perder fuerza tanto en la visión de futuro como en la capacidad transformadora. Sin ánimo de ser exhaustivos en la enumeración, tenemos:
Siguiendo con el análisis del valor de las TIC en las sociedades modernas, y como continuación a las consecuencias de considerarlas disruptivas en cualquier ámbito, me gustaría realizar algunas consideraciones sobre el valor político de las TIC.
De un tiempo a esta parte, la economía se ha hecho fuerte en las sociedades avanzadas, de forma que no hay gobierno que se precie de "moderno" que no tenga alguna vicepresidencia económica. Cualquier iniciativa llamada a ser relevante dentro del programa de gobierno, tiene que tener la autorización del responsable económico de tuno. Incluso en ocasiones, el correspondiente presidente no se fía mucho del responsable económico y tiene muy cerca lo que se ha venido a llamar la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, de forma que pueda tener una visión menos contaminada y más independiente.
Supongo que como, y siguiendo al clásico (sin mencionarlo, ya que escandalizaríamos a más de uno), la política no es más que economía concentrada, el ser más político de todos como lo es un presidente de gobierno, tiene que tener alguien de confianza que le enseñe (en algo más que en dos tardes) las verdades ocultas económicas, para después dedicarse a manejar la economía a través de la política.
En resumen, la economía y su comprensión, dirección y administración, es el principal instrumento que tienen las sociedades avanzadas para la transformación social. Existen pocas profesiones con tal capacidad. Quizá los arquitectos sean los únicos que en cierta forma pueden tener ciertas herramientas para la transformación social. Desde un punto de vista del "primer mundo", el diseño urbano, las viviendas, los "nolugares" (centros de negocios, centros comerciales, los grandes museos o infraestructuras de transporte -aeropuertos, metros, ..-, los espacios de esparcimiento urbano, ... es algo que a todos afecta, vincula y transforma nuestros usos sociales..
Pues bien, yo creo que las TIC están recortando posiciones en cuanto a capacidad de influencia en la sociedad moderna. No solo eso, creo que incluso ya van por delante de la economía. Ni que decir tiene que el impacto de las TIC se traduce así mismo, y en la mayoría de las veces, en un impacto económico. Sin embargo me atrevo a decir, que es tal la influencia de las TICs y su forma de desarrollarse, que muchas veces es imposible controlar desde un despacho administrativo su influencia económica.
En la economía tradicional, la planificación de la actividad económica era fundamental para conseguir el éxito de los distintos planes de gobierno (y así se contempla en el artículo 131 de nuestra Constitución: "El Estado, mediante ley, podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución."). Bajo este paradigma se legislaba, se incentivaban distintos sectores, se subvencionaban aquellos sectores incipientes o aquellos que por su trascendencia no podían "dejarse caer", se subían o bajaban impuestos, se liberalizaban sectores, se prohibían actividades, ... Incluso se manejaba la opinión pública mediante el control de la información y los instrumentos utilizados para su comunicación.
Sin embargo, el impacto de las TIC es algo que desborda a esa planificación económica tradicional. Por poner algunos ejemplos obvios: monedas virtuales, intercambio directo entre usuarios -ya sea de contenidos digitales protegidos por los derechos de autor (música, libros, planos para su impresión en 3D), o para alquilar espacios vacacionales-, crowdfunding, formación, colaboración social con todo tipo de objetivos (tecnológicos, movilización, información, ...). Todas esas iniciativas surgen de manera independiente y de forma incontrolada al poder legislativo y al ejecutivo y están conformando su propia realidad económica. Y a ellas les podíamos sumar aquellas que por el hecho de tener internet como canal de distribución, y basarse en un producto meramente digital, son de difícil control nacional (como por ejemplo el juego online) o a los retos relacionados con la privacidad y a la utilización de los datos que generamos en nuestra actividad diaria y que pueden ser utilizados de mil y una formas en lo que se llama la internet de las cosas.
Constatamos pues que las TICs han desbordado claramente el ámbito de actuación de la política tradicional. Están creando un mundo paralelo al que hace falta aproximarse de una forma más holística. Claro está, que en cada uno de los ejemplos anteriores, u cualquier otro que se nos ocurra, existe un departamento especialista. Pero, tal y como ha pasado con la economía, lo que vengo a reclamar es la existencia de una Oficina TIC del Presidente del Gobierno. Una oficina con visión global de la problemática, de las soluciones, de las nuevas puertas que abren las TICs. Una oficina que sea capaz de liderar, apoyar y/o promocionar el cambio TIC dentro de la sociedad, más allá de las competencias reales/actuales de cada departamento ministerial. Un catalizador que analice cada iniciativa legislativa bajo el paradigma TIC, que impulse la atención competencial de los correspondientes departamentos bajo la óptica TIC. Porque la visión económica se nos queda corta. Las TICs están haciendo avanzar a la sociedad mucho más rápido que lo que los gobiernos son capaces de prever, por lo que es necesario conocer esos avances, saber de las posibilidades, imaginar el futuro, ... con el único objetivo de conseguir una sociedad mejor, más cohesionada, más libre, más justa, ...
En algunas empresas ya se han dado cuenta de ello, y han puesto a las TIC en la posición estratégica para transformar el negocio de arriba a abajo (BBVA crea una división digital con poderes para transformar el banco). En la administración, estamos dando pasos inconexos que hacen perder fuerza tanto en la visión de futuro como en la capacidad transformadora. Sin ánimo de ser exhaustivos en la enumeración, tenemos:
- El Embajador en Misión Especial para la Diplomacia Digital (debe ser que la marca España, la difusión de oportunidades, la comunicación pública, la utilización de plataformas comunes son temas ya conseguidos en el -exilio- interior).
- la figura del Director TIC de la AGE, llamado a transformar internamente a la AGE -es decir, sus procesos de negocio- mediante la utilización de las TIC, aunque en la actualidad esté exclusivamente centrado en la compra agregada y en el ahorro de costes.
- El Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI), quizá un think tank bastante similar al que aquí demandamos, pero, creo, con una vertiente demasiado poco ejecutiva y escasa capacidad de influencia real.
- Iniciativas del la Secretaria de Estado Relaciones con las Cortes del Ministerio de la Presidencia, relacionadas con el Open Goverment, pero que más bien parece que se decida a aglutinar iniciativas lideradas por otros departamentos ministeriales, que ya tenían previamente su propio recorrido, y no a dirigir esta estrategia TIC del gobierno.
Un estado que se precie de intentar dirigir, o al menos intentarlo, una sociedad, no puede pretender hacerlo sin entender el cambio radical que las TICs están realizando en los usos sociales. Y para ello es necesario que aquellos que nos dirigen tengan su oráculo TIC, al menos hasta que esta revolución tecnológica se calme y tengamos un entorno que nos permita tener una visión estática de las posibilidades que las TICs nos ofrecen.
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