A cualquiera que esté interesado en esto de la transformación de los distintos elementos constitutivos de nuestra sociedad moderna (ya sean los propios usos sociales, las organizaciones o los mecanismos de creación de valor, servicios o productos) no hay día que no se enfrente a tres o cuatro artículos relacionados con la "transformación digital".
La colonización por parte de las TIC de cualquier ámbito de actividad nos está llevando a un cambio de época (más que estar inmersos en una época de cambios) y las Administraciones Públicas ni deben ni pueden mantenerse al margen si no quieren convertirse en una pesada losa que la ciudadanía tenga que soportar y que impida alcanzar los legítimos objetivos que se plantee.
Así mismo, obviar este necesario proceso de transformación solo socavaría la legitimidad en el uso de las atribuciones que colectivamente hemos delegado en las Administraciones Públicas como garantes de la ordenación de la convivencia, lo que nos retrotraería a tiempos pasados, que necesariamente siempre fueron peores.
Además, es necesario recalcar que posiblemente muchas de las atribuciones que hemos dado a las Administraciones Públicas serían captadas por el sector privado, cuestión que en sí misma no debe calificarse de forma negativa o positiva, pero si es reseñable el mecanismo por el cual obtendría dichas "competencias", alejado de un procedimiento de deliberación y consenso público y basado en la vía de los hechos.
Pero este necesario proceso de transformación choca, no solo contra los fuertes intereses existentes dentro de las Administraciones Públicas, que demandan el mantenimiento del "statu quo" actual en un ejercicio cortoplacista que antepone los intereses individuales o corporativos por encima de los del interés general. También choca contra la desidia política que relega esta necesidad, ya que se trata de un problema que lejos de interesar a la ciudadanía y por tanto, no proporcionar apoyo electoral, solo puede traer graves consecuencias en el territorio de lo mediático y en la alteración del patio trasero. Lamentablemente, en este aspecto, en el sector público no tenemos ese acicate que es el mercado, y que hace que las compañías tengan que adaptarse al entorno si no quieren desaparecer. En las Administraciones Públicas estamos demasiado acostumbrados a forzar a que el entorno se adapte a nuestros dictados, BOE mediante.
Es necesario por tanto, que en la medida de nuestras posibilidades y cada uno desde su humilde puesto de trabajo, impulsemos estos procesos de transformación, que aunque lleven el apellido digital, no podrán ser realizados si no se dispone de una visión amplia de las consecuencias que tiene el uso de las TIC en nuestro quehacer diario. Políticas de gestión de personal y asignación de puestos de trabajo, gestión centralizada de recursos comunes, innovación en los procedimientos, nuevos marcos normativos que permitan el autoservicio digital así como la autodefinición de los mismos por parte del ciudadano son algunos de los pilares sobre los que se deberá construir dicha transformación.
En cualquiera de esos ámbitos no podemos obviar los ejemplos que el sector privado nos ofrece. Seguir encorsetados en una definición estricta de la identificación del ciudadano basada en certificados digitales o similares cuando en él ámbito privado se empieza a utilizar el reconocimiento facial o de voz para la firma de contratos mucho más relevantes para tu ciclo vital que el solicitar una ayuda o registrar una queja no parece una buena práctica.
Así mismo, el seguir contemplando los procedimientos administrativos como islas jamás conectadas es impedir el desarrollo de servicios que triunfan en el ámbito privado, donde la recolección de datos del usuario permiten que el mismo pueda diseñarse a medida el servicio que desea.
Esperemos que en la nueva legislatura se incorporen a la agenda política estas necesidades. De lo contrario, no solo nos convertiremos en una organización fallida, si no que seremos una grave obstáculo para el progreso social.
Estimado compañero,
ResponderEliminarMucho esperas en el artículo. Yo no veo ningún signo "a favor" de que ningún posible gobierno deje de abusar del B.O.E. y abandone la visión cortoplacista de la función administrativa. Sufrimos de continuo el vicio del uso partidista de las administraciones públicas, con mayúsculo silencio por parte de los medios de comunicación de masas, secuestrados por su propia crisis de modelo productivo, por su incapacidad de comprensión de la evolución del panorama TIC actual.
Me temo que la única "salvación" de las administraciones públicas pasa por la RECONSTRUCCIÓN DE EUROPA como FEDERACIÓN EUROPEA, capaz de armonizar aún más competencias que obliguen a nuestro Estado a planificación de la administración a medio y largo plazo. Nada evolucionará "aquí" por obra y gracias de nuestra política de corte populista que ha protagonizado las campañas de los 4 partidos principales.
Quizá una buena noticia sea el arranque (más vale tarde que nunca) de la Agencia Estatal de Investigación, si bien está por ver que no termine siendo una reorganización administrativa más, más publicitaria que renovadora.
No obstante, en la medida de nuestras posibilidades y cada uno desde su humilde puesto de trabajo, impulsaremos los procesos de transformación que señalas, en la escasa medida de nuestras posibilidades desde el ámbito TIC, pero con la tinta de ilusión que impregna a una gran parte de este gremio administrativo.
Un saludo,
Quique de Frutos.
PD: Ojala se resuelvan antes de 2020 todos los "EXIT" de Europa. Es una irresponsabilidad mantener esta situación de incertidumbre, que solo beneficia a la especulación. Hay que saber decir "Hasta la vista" para cerrar grietas, al menos por un par de décadas.