Supongo que como muchos otros, mis primeras valoraciones acerca de cualquier tema o personas a los que me aproximo por primera vez, se ven matizados por una serie de prejuicios. Pienso que no es nada malo tener ciertos prejuicios, siempre que seas lo suficientemente sensato como para tras una cierta introspección y análisis de aquello sobre lo que emitiste un juicio previo, puedas volver a revisar tus pensamientos y corregir o reafirmar aquello que juzgaste basándote en impresiones apresuradas o a partir de experiencias previas.
Supongo también, que cuando alguien me conoce por primera vez, también generará ciertos prejuicios, basados en mi forma de andar, de vestir, ese pelo que a veces parece un casco de la primera guerra mundial o esa perilla anacrónica. Si a eso le sumamos la impresión que doy al hablar o sobre los temas que escrito o "retuiteo", el "feedback" que obtengo sobre como me ven los demás es que soy uno de esos inconformistas (o indignados como se lleva ahora), presente en toda serie de mareas, asedia al congreso y similares. Aunque nunca me ha gustado mezclar temas políticos-sociales en este blog de marcado carácter profesional, es cierto, seguramente seré todo eso y muchas cosas más radicales.