Lo tenemos claro. En lo que se refiere a la administración política de esta sociedad, estamos rodeados de basura. No vamos aquí a entrar a enumerar los casos de flagrante corrupción, elaboración de normas legales en pro de determinadas clases o castas o esa dejadez en la administración de ciertos servicios sociales en busca de una comercialización futura de los mismos. Todos sabemos de qué estamos hablando.
También tenemos claro, algunos, que este experimento pseudodemocrático que empezó en el 78 está llegando a su fin y que a todas luces, la capa de pintura salta por momentos, dejando ver que todo este entramado no era más que un régimen montado en beneficio de lo que algunos llaman élites extractivas.
Desde ese punto de vista de degradación de los mecanismos de gobierno, redistribución social y juta de la riqueza y coexistencia social, solo quedarían dos salidas: o una profunda renovación de los métodos de gobierno que den voz directa a la sociedad (lo que se denomina empoderamiento popular) o que surja un mesías salvador ofreciendo una depuración de la cosa pública desde el seguimiento a proclamas populistas y fáciles de repetir cual letanía.
En todo caso, no debería dar aquí consejos para sostener a este enfermo, que de crónico a pasado a terminal, ya que en lo que a este régimen se refiere "cuanto peor, mejor". Pero reconociendo que aquellos que tendrían la capacidad para arreglar el problema no van a estar pendiente de tan modesto escriba, no me resisto a dar posibles pócimas que resuciten al doliente.
Y como la temática de este blog son las TIC, ¡asignemos a las TICs ese valor de bálsamo de Fierabrás!. Es evidente que las TICs no son más que un medio para conseguir los fines, y que esas mismas TICs pueden servir a distintos amos de distinta forma. Pero, ¡oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen Señor!.