jueves, 26 de septiembre de 2013

El CIO. Capítulo II. El zorro y las gallinas.


En el post anterior entraba a valorar lo que suponía la información que hasta ese momento se tenía sobre el CIO de la AGE. Con posterioridad, se publicó en el BOE el RD que reforma de estructura del Ministerio de la Presidencia donde se recogen las principales funciones del CIO. 

Tanto la asociación de los TICs -ASTIC- como algún compañero, como Andres Pastor, han publicado su punto de vista respecto de la figura recién creada y sus competencias. Incluso algún que otro blogger poco habitual se ha lanzado a opinar sobre el tema (post de ASTIC, post de Andres Pastor, post en La Nueva Administración). Son artículos de fácil lectura, por lo que no voy a repetir aquí sus argumentos ni resumirlos. Baste decir que estoy básicamente de acuerdo con lo que en ellos se expone. 

Sin embargo si que sería necesario una vuelta de tuerca más al tema. ¿Qué paso nos queda? El nombramiento. Aspecto de gran relevancia, ya que independientemente de las competencias, el prestigio, la valía, la capacidad para generar equipo, los conocimientos, la capacidad de empuje de la persona elegida, determinará en gran medida el éxito o no de la figura plasmada en el BOE. Por decirlo de otra forma, la persona elegida podrá malear las competencias del BOE (o conseguir su modificación) y en el mejor de los casos, orientarlas a lo que verdaderamente la AAPP demanda de su figura: la utilización de las TIC como un medio para lograr su completa transformación y que no solo se vean desde un punto de vista utilitarista donde el único concepto que traen a la mente es el del ahorro.

Sin embargo, ciertas referencias en el RD citado me crean muchas suspicacias:

  • Se ha generado un modelo de organización «en isla», que hace imposible disponer de una estrategia unificada, optimizar los recursos disponibles y aprovechar, en definitiva, las ventajas que se derivarían de las economías de escala
  • Sin embargo, las unidades TIC de la Administración General del Estado han demostrado sobradamente su capacidad para atender una demanda creciente de servicios y unas exigencias elevadas, a un nivel equivalente o superior a la media de la Unión Europea.

Creo firmemente que a la hora de elegir la persona que ostentará el privilegio de ser el primer CIO de la AGE, no se puede elegir a ninguno de los que nos han llevado por este camino de islas a pesar del éxito de las unidades TIC (éxito del que habría mucho que hablar). 

Todos los que trabajamos en este sector conocemos lo que podrían haber hecho las TICs para la AGE si se hubieran desterrado ciertas actitudes tipo silo, esos reinos de taifa donde se hacía, deshacía y rehacía sin ningún tipo de control y con el beneplácito del resto de reinos. Pequeños califas endiosados en su nivel administrativo que campaban y campan a sus anchas entre las loas de las empresas. Ese modelo caduco de entender la AAPP, esa forma de trabajar mirando únicamente el organigrama de su unidad ministerial, permitiendo desmanes técnicos, organizativos, presupuestarios con la única excusa de no es mi competencia ha sido desterrado, no ya por la creación del CIO, si no por la fuerza cohesionadora la propia tecnología. Como se dice en el cuento: todo el mundo se ha dado cuenta que iban desnudos.

Necesitamos como CIO alguien que no haya estado contaminado por el anterior modelo, alguien que no haya participado por acción o por omisión en la creación de esas islas perniciosas. O al menos alguien que en los órganos colegiados establecidos hasta ahora haya luchado desde hace tiempo por funcionar en la forma que el RD de creación CIO marca. No es solo competencia profesional lo que se necesita. También un historial inmaculado en cuanto a la concepción de las TICs en la AGE. Nos jugamos mucho y no podemos dejar que el zorro se ponga a cuidar las gallinas.


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