jueves, 30 de mayo de 2013

Deshaciendo el oxímoron: Administraciones Púbicas y cooperativismo


Seamos claros: estamos en un momento histórico en el que todo lo que surja a partir de ahora será diferente a lo anterior. Para ello, están convergiendo una serie de circunstancias como (sin ser ningún especialista en historia) nunca se había dado, entre las que podemos destacar:
  • revolución tecnológica sin precedentes basándose en el poder de las TIC y su universalización (incluso en países del tercer mundo)
  • crisis económica mundial unida a la aparición de nuevos jugadores relevantes en el tablero (BRIC y aquellos con grandes reservas petrolíferas, sobre todo los situados en la península arábiga
  • uniformización del pensamiento de cómo tienen que ser las cosas: ausencia de una alternativa que socave desde la base el actual devenir de las cosas, contraponiendo otro modelo económico y social
Todas estas condiciones están siendo aprovechadas, siguiendo la clara línea que marca la doctrina del shock, para cambiar las actuales reglas del juego e imponer otras nueva. Y no solo se está socavando (para bien o para mal) las reglas del juego, si no que también se está cambiando la forma en que habíamos consensuado como esas reglas eran discutidas. Es decir, un cambio de época en toda regla.



Por eso, pensar que las Administraciones Públicas van a quedar al margen de todo esto es pecar de iluso. Las Administraciones Públicas (al menos en los países desarrollados) somos unos de los centros de poder que mueven a las sociedades y como tal, somos un objeto oscuro de deseo (nuestras competencias, nuestro poder, ..) por parte de aquellos que quieren ocupar nuestra posición. De esa forma, tenemos que tener meridianamente claro que o imponemos un cambio desde dentro o nos lo impondrán desde fuera. Porque el cambio es algo innegociable.

Las Administraciones Públicas somos, entre otras cosas, el instrumento del poder ejecutivo y como tal, estamos a su servicio. Lo que ocurre es que ese poder ejecutivo ha colonizado de tal forma la Administración que no sólo decide cómo han de ser ejecutadas las leyes, si no que también decide cómo se debe organizar la Administración Pública para el mejor cumplimiento de esas leyes. De esa forma, podemos entender que pueden existir ciertas tentaciones del poder ejecutivo con el fin de adecuar la organización a sus propios intereses (y claro, no todo el mundo es Simón).

De esa forma se han creado unas Administraciones Públicas muy centradas en el concepto vertical de funcionamiento, donde las decisiones se toman por muy pocas personas, donde la vinculación del trabajador con su tarea diaria y su compromiso se trata de desactivar, donde no existen canales para el establecimiento de políticas de mejora continua (de la innovación o del retorno que puedan dar las iniciativas individuales ya ni hablamos), ... donde en suma, nunca pasa nada y nadie tiene la responsabilidad.

En relación con esos mecanismos de organización interna, las empresas privadas en estos tiempos de mudanza nos han enseñado que son completamente inoperantes. Las empresas de éxito de casi cualquier tamaño optan por estructuras más planas, con mayor osmosis entre los diferentes niveles, donde todo empleado es capaz (y debe) poder aportar al fin común, ...

Y para lograrlo, la tecnología nos ayuda con múltiples herramientas para captación de ideas, organización de las mismas, su distribución, su ponderación, ... Tanto la sociedad civil como la empresa privada no se cansa de ofrecernos iniciativas que pueden ser utilizadas con el objetivo de conseguir organizaciones más eficaces y trabajadores más comprometidos con la meta organizativa.

Claro está, y como decía anteriormente, si es que la Dirección quiere recorrer ese camino. Y por eso, y leyendo el otro día un reportaje sobre el exitoso modelo de las cooperativas en tiempos de crisis, me preguntaba si el modelo de cooperativa podría ser extrapolable a la Administración. Que el poder ejecutivo nos diga qué tenemos que hacer, pero que deje a los profesionales de la Administración autoorganizarnos. Esta claro que ellos no han sido capaces de dirigir correctamente la Administración (¿acaso les interesaba y en este mismo saco habría que meter a todas aquellas estructuras que han colaborado con el fracaso actual -por si no caes estoy hablando de los sindicatos-?) ni tampoco de establecer un verdadero programa de cambio que nos adecue al siglo XXI. ¿No deberíamos tener los profesionales de la Administración esa oportunidad?, ¿cabe la autogestión en las Administraciones Públicas?

Quizá hoy me levante un tanto libertario.








6 comentarios:

  1. Buena reflexión. Felicidades.

    Tal vez te sea de interés el libro "Intraemprendizaje Público" que acabo de publicar, donde doy vuelta a estos temas.

    O, si prefieres una versión más corta y gratis, este resumen que ofrezco en mi web.

    Por otra parte, en LinkedIn hemos creado el grupo Inprendedores públicos al que te animo a sumarte.

    Como ves, no estás solo :-)

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    1. Claro que no estamos solos, el problema es que no hay forma de canalizar estas nuevas formas de gestión.

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  2. Muy de acuerdo en casi todo, en lo que no coincido es en que haya una "uniformización del pensamiento de cómo tienen que ser las cosas: ausencia de una alternativa que socave desde la base el actual devenir de las cosas, contraponiendo otro modelo económico y social".

    Precisamente a nivel social e incluso económico se están oyendo con más fuerza que nunca otras alternativas. Son alternativas que lo que hacen es devolver el sentido original de los sistemas haciendo que las personas volvamos a ser el centro.

    La única cuestión es que esto no se cuenta en el telediario.

    Como muestra un video sobre el consumo colaborativo: http://www.ted.com/talks/rachel_botsman_the_case_for_collaborative_consumption.html

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  3. Si nos centramos en la parte de la frase "[..] ausencia de una alternativa [..]" quizá me habría faltado el recalcar una alternativa con el apoyo suficiente para ...

    Claro que existe en la sociedad otras voces, y además se da la paradoja, de que ante tanta desafección por la política, se da una gran movilización. Pero también es cierto, que la gente no se da cuenta del potencial que tiene en sus manos. Hemos perdido la visión de que el poder no resiste el embate de la gente. Empoderamiento lo llaman. Y socializar la política, de forma que todos nos ocupemos de ella y no la dejemos en manos de profesionales.

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  4. Buenos días, creo que el cambio va a ser inexorable y seguir la política del avestruz sólo supondrá que se costará mucho más salir del pozo, la caída será más profunda y habrá que realizar más trabajo durante mucho tiempo.

    En el libro de Alberto sobre el intraemprenidazaje público se habla de algo que encaja en este debate"las administraciones deben dotarse de herramientas de gestión que doten a la innovación informal de un espacio en el que desarrollarse. Una buena medida es desarrollar estructuras intermediarias entre lo formal y lo informal, como las comunidades de prácticas".

    Quizá habría que pensar en las comunidades de prácticas como cooperativas virtuales enfocadas a la innovación.

    Otro saludo.

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    1. La cuestión es: ¿hay alguien con capacidad real para cambiar el actual estado de las cosas? Porque parece que de esto solo nos ocupamos los sufrientes y dolientes, no las alturas

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