martes, 11 de enero de 2011

Obsolescencia programada y los desarrollos informáticos

Me acaban de pasar un enlace al siguiente documental sobre la obsolescencia programada, es decir, como la industria crea productos con el fin de que tengan una vida corta y el consumidor tenga que comprar otra unidad para sustituirlo, alimentando así el ciclo productivo y económico en una vorágine de crecimiento y consumo sin fin. A parte de recomendar su visión, me han surgido algunas dudas de si ese concepto es aplicable al desarrollo informático, que es a lo que me ocupo profesionalmente.



Por desarrollo informático entiendo la puesta en marcha de aplicaciones informáticas. Es decir, vamos a dejar de lado a todos esos productos informáticos (consolas, reproductores, tabletas, impresoras, ...) aúnan desarrollos y producto físico. Me voy a centrar en desarrollo de aplicaciones, sobre todo, para el uso en el entorno corporativo (aplicaciones de gestión, de ayuda a la decisión, ...). ¿Tiene cabida en esos desarrollos la obsolescencia programada?


Por definición, un desarrollo hecho a medida para satisfacer una necesidad (que es a lo que me dedico) no tiene ninguna posibilidad de albergar en su interior nada que haga que deje de funcionar, de forma intencionada, el producto. Por definición, no hay nada más perfecto en cuanto a su comportamiento repetido que un programa informático. Prueba de ello son los miles de programas creados hace más de 10, 15, 20 años y que siguen funcionando perfectamente y que nadie se atreve a cambiarlos, si no fuera por ... Y aquí tenemos el riesgo de obsolescencia. Si no fuera porque la plataforma sobre la que corren no está soportada, no existe hardware ni fabricante que soporte el servidor, ... Es decir, porque el desarrollo se hizo sobre una plataforma en concreto y esa plataforma se ha descatalogado, seguramente porque el fabricante está aplicando técnicas de obsolescencia programada.
La anterior disquisición nos lleva de forma inexorable a una solución: empleo de herramientas libre para la generación de los desarrollos. Aunque parece que el uso de esas técnicas nos liberará de la tiranía del hardware, también encontramos alguna limitación, ya que las nuevas versiones de esos programas libres necesitan de más memoria para ejecutarse, más espacio en disco, otras aplicaciones asociadas, ... que finalmente -pero siempre en un plazo mayor que el del caso anterior- nos obligarán a cambiar de plataforma, ya sea el servidor o los clientes. 

Y por último, me gustaría aportar otro elemento de obsolescencia. En este caso no programada, si no obligada por la dirección. Cualquier departamento de informática tiene un presupuesto con el que acometer los gastos. En el caso específico de desarrollo, y cuando ese departamento cuenta con algunos años de funcionamiento al servicio de la organización, el coste del mantenimiento y desarrollo evolutivo de lo ya desarrollado puede superar el 70% del total del destinado al desarrollo. Cuando se está en organizaciones donde la informática es vista como un instrumento por el cual la dirección quiere hacer patente el cumplimiento de sus objetivos y cuando esa dirección es cambiante (típico caso de las administraciones públicas), el tipo de obsolescencia que surge es la obligada, teniendo que dejar de mantener los desarrollos antiguos para desarrollar nuevos productos que se alineen con su nuevas directrices.

1 comentario:

  1. Me he acordado de tu entrada porque hoy me he dejado (gastado) 700 napos en la puerta de mi casa.
    Cualquiera diría... ¿Qué es lo más estático que hay en una casa? ¿Qué es lo que nunca va a pasarse de moda? ¿Qué es lo que no voy a redecorar, lo que no va a cambiar cuando cambie mi situación familiar, lo que posiblemente nunca vaya a pasar de moda?
    La puerta acorazada de mi casa.
    A menos que los ladrones empezaran a coger la costumbre de allanar moradas con un bazooka portátil, nunca me hubiera dejado un puto duro en mi puerta más allá de los que me dejé para instalarla.
    Pues bien, las puertas y las cerraduras... se desgastan. Y se desgastan en el sitio que más fácil resulta de cambiar y que menos va a menoscabar la principal propiedad de una puerta, pero que impide su operativa normal.
    Es decir, una puerta acorazada se desgasta, y cuando se desgasta, se vuelve más inaccesible todavía; no la pueden abrir ni los ladrones ni el propietario.
    280€ se deja el propietario que llega a las 21:00 a casa y quiere que se la abran (y tiene que llamar a un pirata después de que los dos cerrajeros del seguro fracasen).
    420€ cuesta cambiar la cerradura (no el "bombín", sino el mecanismo que impulsa y bloquea las barras). Y es algo que tiene que hacer cada X años porque, misterio, los metales se desgastan.
    Las barras y las planchas, de titanio (o lo que sea); impenetrables y eternas. El mecanismo que aloja y encaja con la llave y el que impulsa y bloquea las barras... ¿de latón? ¿de aluminio? ¿de chapilla de botella de fruitopía?. Cada cinco años (el tiempo que hace que cambié esa pieza), a cotizar.
    Me parece un caso evidente de obsolescencia programada.
    Y jode; vaya si jode.

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